Por Isabel
Martinez
Señor, Tú sabes del corazón,
lo profundo, lo más
escondido,
pues tus ojos
alcanzan lo eterno,
tu entendimiento el
infinito.
Tú sabes su frialdad
y tibieza
o si se enciende
candente de amor.
Sabes las
intenciones que abriga,
las razones que
empujan su acción.
Sabes su oscuro afán
vanidoso,
lóbregas raíces
maquinando maldad.
Bebiendo el veneno
vil y tenebroso
del abismo que fruto
amargo tendrá.
Tú sabes los temores
que abriga,
las heridas y
tristezas que están.
Lo que le domina y
le vence,
con lo que se goza y
fuerte se hará.
Oh, Señor, Tú lo
sabes todo,
¿quién de Ti se
esconderá?
Mirad por vosotros
mismos
“Mirad por vosotros mismos, para que no perdáis el fruto de
vuestro trabajo, sino que recibáis galardón completo”
2 Juan 8.
En este pasaje, Juan admite la gran
cantidad de engañadores que hay en el mundo que lo que pretenden
es traer confusión a los hombres e incluso a los creyentes.
Estos son llamados el
“anticristo” (1 Juan 2:18; 4:3). La Biblia declara que
Cristo es hombre cien por cien y Dios cien
por cien (Gál. 4:4; He. 5:8; Col. 2:9). Negar la humanidad de
Cristo es negarla salvación en Cristo, y hacer a Dios mentiroso.
Pero Juan nos advierte de estas personas
para que seamos cuidadosos y estemos alerta. Hay un gran peligro
de ser arrastrados por estas ideas y engaños, por eso nos dice
Juan que miremos por nosotros mismos.
En varias ocasiones encontramos en las
Escrituras que se nos exhorta a examinarnos y ver si estamos en
la fe. Puede ser que algunos creyentes, por las pruebas,
incertidumbres, etc., habiendo seguido al Señor fielmente pueden
llegar al punto que su fe decaiga y sigan estas ideas engañosas
(Mt. 24:24) Por eso Juan nos dice “Mirad por vosotros mismos”,
mirad bien no seáis engañados.
“Sino que recibáis galardón completo”,
dice Juan. Que el Señor nos ayude a permanecer fieles a Él,
llevando todo pensamiento y todo aquello que nos perturba para
alcanzar el oportuno socorro.
-Silverio Martínez
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